Enseñar con el ejemplo



En una ocasión una abuela trajo su nieto a Mahamat Gandhi. El niño tenía un apetito insaciable por el azúcar lo cual estaba poniendo en peligro su salud.
“Por favor, ella suplicó a Gandhi, dígale a mi nieto que deje de comer azúcar, ya que se que él lo respeta mucho a usted, yo se que él le escuchará lo que usted le diga. Gandhi les pidió que se fueran y regresaran en cuatro días.
Cuatro días más tarde regresaron la abuela y el nieto. Gandhi mirando a los ojos al nieto de la señora le dijo con autoridad: ” Deje de comer azúcar, estás hiriendo tu cuerpo”.
Después de un breve silencio, la abuela le preguntó a Gandhi. Señor , por qué usted nos pidió esperar cuatro y regresar, si esto mismo lo hubiera dicho el día que vine?
Gandhi respondió: “Señora, hace cuatro días yo estaba comiendo azúcar y no podía hablarle con autoridad a su nieto. Ahora puedo, porque hace cuatro días dejé de comer azúcar”.

Mantén tus palabras positivas porque tus palabras se convierten en tus acciones. 
Mantén tus pensamientos positivos porque tus pensamientos se convierten en tus palabras.
Mantén tus acciones positivas porque tus acciones se convierten en tus hábitos.
Mantén tus hábitos positivos porque tus hábitos se convierten en tus valores
Mantén tus valores positivos porque tus valores se convierten en tu destino.

El florero de porcelana


El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un tranquilo monasterio zen desde hacía décadas. Cierto día, el viejo Guardián murió y fué preciso sustituirlo. el Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.

- Voy a plantearos un problema - dijo el Gran Maestro -, y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.

Terminando su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala. Encima, puso un exquisito florero de porcelana con una preciosa rosa roja dentro.

- Este es el problema, resolvedlo.
Los discípulos contemplaron perplejos el “problema”. Sólo podían ver los diseños sofisticados de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor fresca. ¿Que representaba todo aquello? ¿Que se supone que debían hacer? ¿Cual era el enigma del que hablaba su Maestro?

Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo conteplar “el problema”, hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro y a los alumnos, caminó resueltamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.

- ! Al final alguien que lo ha entendido ! - exclamó el Gran Maestro - . Tu serás el nuevo guardián !

Como a los discípulos, nos puede pasar que muchas veces no sabemos detectar cual es el problema, ya que el mismo está “disfrazado” con algo que nos atrae, nos fascina, nos gusta, pero en el fondo no deja de ser un problema.

El Gran Maestro, lo dice muy claro al plantear la situación a sus alumnos: “Voy a plantearos un problema”. Justamente el problema era el Florero, solo un único pupilo entiende la frase y elimina el “problema” destruyendo el Florero.

Este relato nos enseña que no importa cuán lindo, hermoso, fascinante sea un problema, un problema siempre será un problema y tenemos que deshacernos de él lo más rapidamente posible.

Si el problema es muy claro, es facil eliminarlo porque lo vemos claramente, pero cuando el problema está “camuflado” y nos genera cierto beneficio “virtual” o comodidad, es mucho mas dificil ser conciente del problema y menos aún eliminarlo

No importa la temática del problema, sabemos que son problemas, lo importante es saber conocer cuando tenemos que abandonar ese camino, ese problema por mas que nos atrape. “Solo existe una manera de lidiar con un problema”, “atacándolo de frente”. En esos momentos no se pude tener ninguna duda.

Así que, piensa… ¿cuantos “floreros” tienes en tu vida?

¡ Acaba con ellos !

Perseverancia



Sir Winston Churchill repitió tres veces en la escuela el octavo grado debido a que le costaba aprender. Es algo irónico que años después, ¡la Universidad de Oxford le pidiera pronunciar el discurso de la fiesta de graduados!
Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el público le brindó aplausos de aprecio.
Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se paraba firmemente delante de sus admiradores.
Luego colocó el sombrero sobre el atril. Mirando directamente a la ansiosa audiencia, gritó con voz vibrante de autoridad: “¡Nunca se rindan!” Transcurrieron algunos segundos. Se alzó en puntas de pie y gritó nuevamente: “¡Nunca se rindan!”
Sus palabras tronaron a través del auditorio. Se hizo un profundo silencio mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero; ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso había terminado.
El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford. Aun así, su mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el resto de sus vidas.
La perseverancia es un gran componente del éxito; si golpea a la puerta con la persistencia y el ruido suficientes, seguramente despertará a alguien.

La Doble Condena


Por ciertas cosas de la vida dos personas fueron penadas. El dictamen residía en que en algún día establecido, en un lapso de 20 años, serían atormentados paulatinamente hasta que la muerte les llegara. El más joven de ellos, al oír el dictamen, se retorció del dolor y la angustia, y desde ese momento cayó en un profundo sentimiento de depresión. Se preguntaba, ¿Para qué seguir viviendo, si de todas formas van a quitarme la vida, y de un modoextraordinariamente aterrador? Jamás fue la misma persona desde ese momento.
En cuanto alguno de sus amigos, conmovido por el estado en el que se encontraba, intentaba darle apoyo así de esa manera tratar de contentarlo, contestaba resentidamente pronunciando: lo que pasa es que como tú no estás cargando con mis penas, consideras todo fácil y posible. También decía, en diferentes ocasiones: nadie sabe lo que yo estoy sufriendo y de esa manera no pueden entenderme…y en otras ocasiones acotaba con voz fuerte: me pueden decir ¿para qué esforzarme?, si de todos modos… 
Entonces este hombre de a poco se fue recluyendo en su apesadumbrada soledad, falleciendo mucho tiempo antes de los 20 años en que debía cumplir con su condena. El segundo condenado, al enterarse de la sentencia que le correspondía, se estremeció y se conmovió, no obstante resolvió a los pocos días que, como estaban contados sus días, los gozaría. Muchas veces solía decir: El miedo y el dolor no se anticiparán a mí para hacerme sufrir desde este momento.
Muchas otras veces comentaba: seré un agradecido por todos los días que me quedan. Desde ese instante tomó la decisión de que en lugar de alejarse de toda la gente cercana a él, se arrimaría cada vez más y disfrutaría con ellos cada momento entregando todo lo mejor de su persona. Había algunas personas que de pronto le mencionaban sobre su condena y él en tono de broma comentaba: soy una persona condenada por ellos, pero yo mismo no me condenaré a sufrir por anticipado, hoy estoy vivo y por lo tanto seguiré viviendo. De ese modo, fue convirtiéndose en un hombre sencillo y muy sabio, siendo conocido por su gran alegría y su espíritu de servicio para con los demás. Fueron tantas sus ganas de vivir que su condena se le perdonó mucho antes de los veinte años que debía cumplir.
Debemos creer en nuestra fuerza y ser felices disfrutando de nuestra libertad. Tengamos presente que el noventa y nueve por ciento de nuestros miedos no serán realizables.
Nuestra libertad verdadera no se encuentra en lo que uno hace, está en como se elige vivir lo que realiza y esta facultad le pertenece a cada uno en particular.

NUEVE VACAS


Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo elmundo, andaban todo el tiempo juntos y compartían muchos momentos de la vida. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres hermosas, beber y divertirse.
Un día llegaron a una isla perdida en el Pacífico, desembarcaron y se fueron al pueblo para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra.
En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa.
Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiereconocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.
Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer ycomienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres.
Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla.
La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo.
El hombre la mira y le dice: “Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo”.
El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: “¿Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarse tanto trabajo?”.
El hombre le responde: “No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano”.
Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo:
“¿Tu estás loco?”, “¿Qué le viste?”, “¿Qué te pasó?”, “¿Seguro que no tomaste nada?” y cosas por el estilo.
Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea.
El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costumbre erapagar una dote por la mujer que se elegía para casarse.
Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes.
El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vio lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas.
“Está bien” respondió el hombre, “me quedo con la mujer que elegí ypago por ella nueve vacas”.
El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: “Ud. no entiende. La mujer que eligió cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jóvenes, cuestan nueve vacas”.
“Entiendo muy bien”, respondió nuevamente el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas”.
Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativospara la boda, que iba a realizarse lo antes posible.
El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de repente, que se había enfermado, que se había contagiado de una rara fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita del Pacífico.
Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente partió en el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.
El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba: “¿qué estaría haciendo?, ¿cómo sería su vida?, ¿viviría aún?”.

Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.
Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo.
“¿Dónde estaría su amigo?, ¿Seguiría en la isla?, ¿Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?”

De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la playa, en un espectáculo magnífico.
Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima.
Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas.
El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.
Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo.
El marinero no paraba de preguntar: “¿Y cómo te fue?, ¿Te acostumbraste a vivir aquí?, ¿Te gusta esta vida?, ¿No quieres volver?”
Finalmente se anima a preguntarle: “¿Y como está tu esposa?”
Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: “Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños”.
El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás encontraron lavando ropa, preguntó: “¿Entonces, te separaste? No es la misma mujer que yo conocí, ¿no es cierto?”.
“Si” dijo su amigo, “es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años atrás”.
“Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, ¿cómo puede ser?”, preguntó el marinero.
“Muy sencillo” respondió su amigo. “Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella 9 vacas, la traté y consideré siempre como una mujer de 9 vacas. La amé como a una mujer de 9 vacas. Y ella se transformó en una mujer de 9 vacas”.

Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados...

UNA CARRERA EN LA NIEVE


Una gran carrera se organizó.

La multitud se agolpaba alrededor de los participantes, no para animarlos, sino expectantes: No era posible alcanzar la cima del monte. No aquel día.

Pese a la arraigada tradición, se cuestionaba la hazaña: no solo había nevado abundantemente; el cielo de la noche había sido raso y el hielo era un peligro añadido.

En lugar de los vítores acostumbrados, se susurraba un rumornefasto: no lo van a conseguir, no lo van a conseguir.

Pese a todo, -¡Uno, dos, tres, pum!- la carrera empezó.

Los primeros resbalones y caídas hicieron abandonar a muchos; los gritos de ¡Cuidado! y ¡Dejadlo ya! hicieron desistir a todos los demás... salvo a uno.

Juan seguía dando grandes zancadas en la nieve sin mirar atrás. Corrió, saltó, patinó, cayó y se levantó innumerables veces, hasta que, extenuado pero dichoso, logró la cumbre.

Aquel año, Juan el sordo, ganó la carrera.

Moraleja: El poder de la palabra es enorme tanto para ayudarte a conseguir lo que deseas como para hundirte en la miseria.

La historia de kyle


Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por que se estará  llevando a su casa todos los libros el viernes? Debe ser un  “empollón". Yo ya tenía planes para todo el fin de semana.
 Fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.
 Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él. Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo.
Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él  mientras gateaba buscando sus gafas. Vi lágrimas en sus ojos.
 Le acerqué a sus manos sus gafas y le dije, "esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto". Me miró y me dijo:
 "¡gracias!". Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud.
 Le ayudé con sus libros. Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a  alguien que fuera a una escuela privada.
Caminamos hasta casa. Le ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos. Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije:
 "Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se rió y me dio la mitad para que le ayudara.
Durante los siguientes cuatro años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol.
Llegó el gran día de la Graduación. Él preparó el discurso.
Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Kyle se veía realmente bien. Era uno de esas personas que se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos, se veía bien con sus gafas. Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban. ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso... Hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una  palmadita en la espalda y le dije:
"Vas a estar genial, amigo". Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió:
"Gracias", me dijo.
Limpió su garganta y comenzó su discurso:
"La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquéllos que nos han  ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito, les voy a contar una historia".
Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse. Habló de cómo limpió su armario y por qué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me miraba fijamente y me sonreía.
 "Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable".
Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico  contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. En ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras:
 "Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera".
Hay personas que se dedican a iluminar las vidas de otros con su alegría, y su cariño, y eso a veces vale mucho.  
"Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar como volar“
Anónimo

El pequeño sabio – Popular árabe

Cuatro mercaderes muy amigos en una racha de buena fortuna consiguieron vender el total de sus mercancías en una sola jornada  y para celebrarlo decidieron refrescarse en una casa de baños regentados por una anciana viuda.
Antes de entrar y para evitar malentendidos los cuatros hombres dejaron dicho a la anciana que a no ser que los cuatro estuvieran presentes no les entregase el dinero, asi evitarian robos entre ellos y la anciana accedio.
Sucedio que mientras se bañaban se dieron cuenta que faltaba el jabón y uno de ellos decidio salir a pedirselo a la anciana.
- Vengo de parte de mis compañeros para que me de el dinero- dijo el pícaro a lapobre anciana.
- Eso no puede ser, no puedo daros el dinero hasta que los cuatro esteis presentes y de mutuo acuerdo.
El mercader se acerco a la puerta de los baños y grito a sus compañeros:
- La vieja no quiere darmelo si vosotros no me dais permiso…asi que gritadlo para que se oiga…
-Si vieja daselo, daselo y pronto- contestarón los tres mercaderes que creian que hablaban del jabón.
La anciana pues confundida le entregó el dinero al pícaro que escapo de allí como alma que se lleva el diablo.
Al salir del baño y entender lo sucedido los tres mercades estafados y enfadados decidieron culpar a la anciana y llevarla a juicio para meterla en prisión como única culpable del robo.
El dia antes de el juicio la anciana no cabía en si de pena y se puso a llorar en la puerta de su casa…
-¿Porque lloras noble anciana?-La interrumpío un niño de cinco años que la miraba triste.
-Dejame con mi pena…mañana iré a juicio y acabaré con mis viejos huesos en la carcel…
-Anciana…si me cuentas tu problema y te doi una solución ¿Me darás una moneda para comprar avellanas?
-Si  me das una respuesta-  sonrío la anciana ante la dulzura del niño- la tendrás.
- De acuerdo- dijo el niño tras oir la historia- mañana te presentarás al juez con estas palabras :
Señor Juez, ellos me confiaron el dinero a condicion de que no se los entregará a no ser que los cuatro estuviesen presentes, asi que con sumo gusto si consiguen reunirse con su colega y venir a pedirme los cuatros de mutuo acuerdo el dinero yo se los devolveré.
Al dia siguiente el juez dejo libre de cargos a la anciana ante la rabia de los tres mercaderes, y el niño dicen que llegó a ser unos de los grandes consejeros de la corte.

DE CÓMO ACABAR CON EL HAMBRE EN EL MUNDO


Que rápida solución halló Poro, rey de los persas. 

"Donde un pobre muera de hambre dentro de nuestros muros, tomaré por cada pobre un rico. Y en la prisión también él morirá de hambre". 
Nadie murió de hambre en aquel país. Y los ricos no tuvieron que pasar hambre con los pobres, sino repartir algo de su abundancia. 

Federico Rückert

La rosa y el sapo


Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. .... Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres. Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa: y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. -Le dijo entonces: Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó? La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual. El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja:

Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que ellos,más bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada.Todos tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie.No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.No hagamos acepción de personas, por su aspecto. Dios creo con el mismo amor a la rosa que al sapo.

Las quejas son el lenguaje de la derrota

Shelvia Ricco

El Helecho y El Bambú



Un día decidí darme por vencida…
renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida.
Fui al bosque para tener una última charla con Dios.
 "Dios", le dije. "¿Podrías darme una buena razón
para no darme por vencida?"

Su respuesta me sorprendió…"
-Mira a tu alrededor", Él dijo.

"Ves el helecho y el bambú?"
"Sí", respondí.
"Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú,
las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua.

El helecho rápidamente creció.
Su verde brillante cubría el suelo.
Pero nada salió de la semilla de bambú.
Sin embargo no renuncié al bambú.
En el segundo año el helecho creció
más brillante y  abundante
 y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú.
-Pero no renuncié al bambú." Dijo Él.
"En el tercer año, aun nada brotó de la semilla de bambú.
Pero no renuncié" me dijo.

"En el cuarto año, nuevamente,
nada salió de la semilla de bambú.
"No renuncié" dijo.

"Luego en el quinto año
un pequeño brote salió de la tierra.
En comparación con el helecho
era aparentemente muy pequeño
e insignificante.

Pero sólo 6 meses después

el bambú creció a más de 100 pies de altura (20mts).
Se la había pasado cinco años echando raíces.
Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron
lo que necesitaba para sobrevivir.

"No le daría a ninguna de mis creaciones
un reto que no pudiera sobrellevar".

 Él me dijo.
"¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando,
realmente has estado echando raíces?"
 "No renunciaría al bambú. Nunca renunciaría a ti.
 "No te compares con otros" me dijo.

"El bambú tenía un propósito diferente al del helecho,
sin embargo, ambos eran necesarios
y hacían del bosque un lugar hermoso".

 "Tu tiempo vendrá" Dios me dijo. "¡Crecerás muy alto!"

 "¿Qué tan alto debo crecer?" pregunté.
 "¿Qué tan alto crecerá el bambú?" me preguntó en respuesta .
"¿Tan alto como pueda?" Indagué.

Nunca te arrepientas de un día en tu vida.
Los buenos días te dan felicidad.
Los malos días te dan experiencia

Ambos son esenciales  para la vida. Continúa…

La felicidad te mantiene Dulce,
Los intentos te mantienen Fuerte,
Las penas te mantienen Humano,
Las caídas te mantienen Humilde,
El éxito te mantiene Brillante

Pero sólo Dios te mantiene Caminando...

Luz para el camino


Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite
encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice: - ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves...
Entonces, el ciego le responde:
- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...


- No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil...Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás...¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento...
¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás!
Meditémoslo.

una buena reflexión



EL BUITRE

     Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que este completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo..
 
EL MURCIÉLAGO
     El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo.
Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire.
Entonces, inmediatamente despega para volar 
 


          LA ABEJA.
     La abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que sea sacada de allí.
Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo.
Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que completamente se destruye a si misma.

LAS PERSONAS:
     En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera.
Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones,
sin nunca darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba.
Esa es la respuesta, la ruta de escape y la solución a cualquier problema.
Solo mira hacia arriba!!.
 
 
LA TRISTEZA MIRA HACIA ATRÁS,
LA PREOCUPACIÓN MIRA ALREDEDOR,
LA DEPRESIÓN MIRA HACIA ABAJO,
PERO LA FE .....
LA FE MIRA HACIA ARRIBA!!     

El vendedor de globos



Una vez había una gran fiesta en un pueblo. Toda la gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en la plaza principal, en donde estaban los juegos y los puestitos deventa de cuanta cosa linda una pudiera imaginarse.Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos populares. Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales amaestrados y domadores que les hacían hacer pruebas y cabriolas. También se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos y juguetes para que los chicos gastaran allí  los pesos que sus padres o padrinos les habían regalado con objeto de sus cumpleaños, o pagándoles trabajitos extras. Entre todas estas personas había un vendedor de globos. Los tenía de todos los colores y formas. Había algunos que se distinguían por su tamaño. Otros eran bonitos porque imitaban a algún animal conocido, o extraño. Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro. Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían para comprar algunos.Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en un momento en que toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algo extraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó. Como estaba lleno de aire muy liviano, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que había en la plaza. El cielo estaba clarito, y el sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo hacia el cielo, empujado lentamente hacia el oeste por el viento quieto de aquella hora. El primer niño gritó:-¡Mira mamá un globo! Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a sus chicos o a sus más cercanos. Para entonces, el vendedor ya había soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Esto hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba haciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico espectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida al cielo. Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores colores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que untropilla de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a gritos que su papá o su mamá  le comprara  un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo. Al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos,consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, yque eran muchos. Porque realmente tenía globos de todas formas,tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire.Había allí cerca un niño negro, que con dos lagrimones en los ojos,miraba con tristeza todo aquello. Parecía como si un honda angustiase hubiera apoderado de él. El vendedor, que era un buen hombre, se dio cuenta de ello y llamándole le ofreció un globo. El pequeño movió la cabeza negativamente, y se rehusó a tomarlo.-Te lo regalo, pequeño-le dijo el hombre con cariño, insistiéndole para que lo tomara.Pero el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos grandes ojos tristes, hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo que se le estaba ofreciendo. Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño que era entonces lo que lo entristecía. Y el negrito le contestó, en forma de pregunta:-Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿Será que sube tan alto como los otros globos de colores?Entonces el vendedor entendió. Tomó un hermoso globo negro, que nadie había comprado, y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía:-Hace vos mismo la prueba. Soltalo y verás como también tu globo sube igual que todos los demás.Con ansiedad y esperanza, el negrito soltó lo que había recibido, y su alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente lo mismo que habían hecho los demás globos. Se puso a bailar, a palmotear, a reírse de puro contento y felicidad.Entonces el vendedor, mirándolo a los ojos y acariciando su cabecita enrulada, le dijo con cariño:-Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la forma ni el color, sino lo que tiene adentro.

¡ GANEMOS JUNTOS !


Hace algunos años, en los paraolímpicos infantiles de Seattle, nueve concursantes, todos con alguna discapacidad  física o mental, se reunieron en la línea de salida para correr los 100 metros  planos.

Al sonido del disparo todos salieron, no exactamente como bólidos, pero con gran entusiasmo de participar en la carrera, llegar a la meta y ganar.

Todos, es decir, menos uno, que tropezó en el asfalto, dio dos maromas y empezó a llorar.

Los otros ocho oyeron al niño llorar, disminuyeron la velocidad  y voltearon hacia atrás. Todos dieron la vuelta y regresaron, ...  todos.

Una niña con síndrome de Down se agacho, le dio un beso en la herida y le dijo "Eso te lo va a curar". Entonces, los nueve se agarraron de la manos y juntos caminaron hasta la meta.

Todos en el estadio se pusieron de pie, las porras y aplausos duraron varios minutos. La gente que estuvo presente aun cuenta la historia.
¿Por que? Porque dentro de nosotros sabemos una cosa: Lo importante en esta vida va mas allá de ganar nosotros mismos.

Lo importante en esta vida es ayudar a ganar a otros, aun cuando esto signifique tener que disminuir la velocidad o cambiar el rumbo.

LA BALANZA


Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba tristeza, entró a una tienda, se acercó al dueño y de manera humilde preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito; con voz suave explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar, tenían siete niños y necesitaban comida.
El dueño no aceptó y le solicitó que  abandonar a  la tienda.
Sabiendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer rogó:
 
<“Por favor señor, se lo pagaré tan pronto como pueda">
El dueño le dijo que no podía darle crédito, ya que no tenía una cuenta de crédito en su tienda.
De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchaba la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer.
El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que el se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia;
 
Entonces el dueño, amoscado, preguntó a la mujer:
> " ¿Tiene usted una lista de compras?".
 
La mujer dijo: >"Si señor";
>"Esta bien," dijo el dueño,
 
>“Ponga su lista en la balanza de platos y lo que pese su lista le daré en comestibles".
La mujer titubeó por un momento y cabizbaja buscó en su cartera un pedazo de papel, escribió algo en él y lo puso, triste aún, en uno de los platos de la balanza.
 
Los ojos del dueño y del cliente se llenaron de asombro, cuando el plato de la balanza donde estaba el papel, se hundió hasta el fondo y se quedo así.
El dueño, sin dejar de mirar la balanza dijo:
 
>"No lo puedo creer"...
El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comestibles en el otro plato de la balanza.
   La balanza no se movía, por lo que continuó poniendo más y más comestibles, hasta que se llenó.
El dueño se quedó pasmado de asombro.
Finalmente, tomó el pedazo de papel y lo miró todavía más asombrado....
¡No era una lista de compra!
Era una oración que decía:
n
 
“QUERIDO SEÑOR, TÚ CONOCES MIS NECESIDADES Y YO VOY A DEJAR ESTO EN TUS MANOS" 
El dueño de la tienda le entregó los comestibles que había pesado y quedó allí en silencio. 
La mujer agradeció y abandonó la tienda; el cliente entregó un billete de cincuenta dólares al dueño y le dijo:
"Valió cada centavo de este billete; ahora sabemos cuanto pesa una oración".

Con mucho cariño para mi amiga Graciela España

LA CONCENTRACIÓN Y LA PIEDAD (CUENTO ZEN)


Un joven, preso de la amargura acudió a un monasterio en Japón y le expuso a un anciano maestro:
- Querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar los años de retiro y meditación. ¿Existe un camino rápido para alguien como yo?
-Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida? preguntó el maestro.
- Solo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de verdad.
El maestro llamó a un monje. Trajeron un tablero de ajedrez y una espada afilada.
- Ahora vas a jugar una partida muy especial de ajedrez. Si pierdes te cortaré la cabeza con esta espada; y si por el contrario ganas, se la cortaré a tu adversario.
Empezó la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su espalda, pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque, que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje.
Vió su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo. Evocó su propia vida, ociosa y banal... y de repente se sintió tocado por la piedad. Así que cometió un error voluntario y luego otro... Iba a perder.
Viéndolo, el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se mezclaron.
-No hay vencedor ni vencido -dijo-. No caerá ninguna cabeza.
Se volvió hacia el joven y añadió: -Dos cosas son necesarias: la concentración y la Piedad. Hoy has aprendido las dos.

Fabula China LA SEMILLA


Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.
Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: "¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura" Y la hija respondió: "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz"

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China"

La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención.
Después de pasar p or todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó: "Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles"

 Maravilloso relato, ¿no? En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido... Somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir "me equivoqué, tienes razón, no sé acerca de esto". Opinamos sobre todo, juzgamos a todos... la "viveza" se ha convertido en un valor, encubriendo la mentira, el engaño, la falta de honestidad para con nosotros mismos... La verdad, la sinceridad, la humildad... no son virtudes exacerbadas en las caricaturas para niños, ni en las publicidades para adultos hemos confundido el significado de la palabra ÉXITO.
 Si he terminado mi día siendo leal a mí mismo, sin traicionar mis creencias y mis sentimientos, sin dejar de ser quien soy para quedar bien u obtener resultados... ese ha sido un día de éxito. Puedes hacer de este, un día exitoso... de ti depende.